viernes, 22 de septiembre de 2017

Quiero ser tigre ...

Los sufies, una orden mística de oriente medio, muy antigua, anterior a los musulmanes, contaban una historia alegórica de lo que significaba "ser humano". El cuento era más o menos éste :

Había una tigresa que estaba en estado de gestación muy avanzado. Esto no frenaba sus impulsos felinos de abalanzarse contra los rebaños de ovejas. Pero en una de esas ocasiones, y debido al esfuerzo, se puso de parto y alumbró un precioso cachorro. Lamentablemente la mamá tigresa no logró sobrevivir al parto, dejando a su pequeño cachorrito sólo y desamparado. Éste, como su nivel de conciencia aún era muy poco, y al ver las ovejas, se fue junto a ellas. Y terminó criándose con ellas, como una oveja más. Aprendió a pastar y a balar. Un balido un poco diferente, pero al que las ovejas terminaron acostumbrándose. Y aunque era una oveja corporalmente bastante distinta a las otras, su temperamento era como el de las demás.


Una mañana, la oveja-tigre estaba pastando con gran disfrute junto al resto de sus compañeras de rebaño. De repente, un enorme tigre se acercó, y todas las ovejas huyeron, salvo el cachorro de tigre que no se dió cuenta extasiado con el alimento. El tigre se aproximó a él, y cuando éste levantó la cabeza y vio al enorme tigre, preso del terror, comenzó a balar desesperadamente.
– Cálmate, muchacho – le apaciguó el feroz tigre - No voy a hacerte nada. Al fin y al cabo somos de la misma familia.
– ¿De la misma familia? – replicó sorprendido el cachorro - Yo no soy de tu familia, ¿qué dices?, yo soy una oveja.
– Anda, acompáñame – dijo el tigre.
El pequeño le siguió hacia un lago de aguas tranquilas y despejadas.
– Mírate en las aguas del lago – dijo el tigre al cachorro.
El pequeño tigre-oveja se miró en las aguas, y se quedó perplejo al contemplar que no era parecido a sus "hermanas" ovejas.
– Mírame a mí y mírate a ti. Simplemente yo soy un poco más grande, pero ¿no ves que somos iguales? Tú no eres una oveja, sino un tigre.
En este momento el tigre le trajo un trozo de carne cruda, y le conminó a que la comiera. Al principio para el tigre-oveja aquello le parecía asqueroso, "¿cómo una oveja podría comer carne?", pensó. Pero una vez la probó no le pareció tan mala, incluso terminó por gustarle.
- Ahora ruge - le ordenó el tigre. Pero el cachorro no sabía, lo único que salió de su boca fue un bronco balido de oveja. El tigre le gritó : - "¡¡No, así no!!" Debes hacerlo así - Y el tigre emitió un rugido fuerte y poderoso. Entonces el tigre-oveja volvió a intentarlo, y en ese momento, desde su interior, salió un verdadero rugido de tigre.
Dicen los sufíes que ese rugido es el que emite un ser humano cuando tiene consciencia de su verdadera identidad.



Hasta que no probamos el sabor de nuestro ser interno,
vivimos de espaldas a nuestra propia identidad,
identificados con lo que creemos ser, y en realidad, no somos.

A las personas nos pasa como al tigre-oveja del cuento. A todos nos educan con las mismas creencias, con los mismos paradigmas. Desde pequeñitos, nuestro entorno (la familia, los amigos, la iglesia, el colegio, etc) no dice cómo debemos comportarnos, cómo tenemos que pensar, qué podemos comer, etc, etc, etc.

Vivimos como ovejas. Y a aquellos que piensan diferente, que se comportan de forma distinta al resto, los señalamos. Los apartamos del rebaño.

Nuestra filosofía de vida es la de una oveja. Vamos por la vida pensando que las cosas "nos pasan". Golpeamos un jarrón, se cae y se rompe. Si nos preguntan qué pasó, decimos que no es culpa nuestra, que el jarrón "se cayó". Es como si quisiéramos decir que el jarrón se cayó solo, se quiso tirar al suelo y romperse. Vamos, que se quiso suicidar.

Si nos pegamos con alguien, es porque antes, ese otro me pegó primero. O lo que es lo mismo, ese otro se está pegando a sí mismo a través mío.

O cuando nuestros hijos traen las notas del cole. Si traen un sobresaliente nos dicen : "papá saqué un 10". Pero, si por el contrario, suspenden, nos dicen "papá me pusieron un cuatro". Notas la diferencia, si es buena nota es gracias a mi; pero si es mala, es por culpa de mi profe que me las pone.


Todo este comportamiento sólo nos conduce a pensar que nosotros nunca somos responsables. Ese es el comportamiento de una oveja. Nunca es responsable. El hecho incluso de que se la pueda comer un tigre, tampoco depende de ella, simplemente es voluntad del propio tigre, de que ese día se la quiera comer.

Pero, ¡ojo!, que el ser oveja también tiene sus ventajas. Nada es culpa tuya, tu nunca tienes responsabilidad de nada. Siempre eres INOCENTE. Si llegas tarde es por culpa del tráfico. Eso sí, no debes olvidar que con ese comportamiento nunca tendrás el poder de controlar los resultados de las cosas, convirtiéndote en un ser impotente. Por lo que, para no llegar tarde, lo que debe pasar es que no haya tráfico, y ya sabes, cual es el resultado, que siempre vas a llegar tarde. Absurdo. ¿No te parece?

Si no eres parte del problema, 
no podrás ser parte de la solución


El precio de ser una oveja, es que pasamos por la vida pensando que las cosas "nos pasan", que no tenemos la culpa de nada, que somos inocentes, "somos víctimas" de las circunstancias, pobre de nosotros. Vivimos resignados a nuestro destino y resentidas con el resto del mundo. Vivimos "castrados", sin posibilidad de cambiar nada de lo que nos pasa, porque todo depende de las decisiones de otro. Si el otro me trata bien, mi vida será feliz, pero si me trata mal, mi vida será infeliz.

En realidad, como el tigre, lo que nos hace humanos es poder elegir, poder tomar decisiones sobre las cosas que nos pasan.

Un terapeuta argentino cuenta una historia que le pasó viajando en el coche con una de sus hijas, tras recogerla del cole. La pequeña estaba muy enfadada, pues a su mamá se le había olvidado ponerle en la mochila una botella de agua, y claro había tenido clase de deportes, y había pasado mucha sed. No paraba de quejarse, diciendo "que tenía mucha sed", "que su mamá no le había puesto su agua", "que lo había pasado mal", etc, etc. La cantinela del quejica. Hasta que su padre paró el coche, y le preguntó :
- A ver hija, ¿quién tiene el problema?.
La hija contestó : - Mamá, porque no me ha puesto el agua.
- Espera te hago otra pregunta. ¿Quién tiene sed?.
- Yo tengo sed - contestó la pequeña.
Preguntándole de nuevo el padre : - ¿Mamá tiene sed?
- No, la que tiene sed soy yo - volvió a contestar la hija.
- Entonces si tú eres la que tienes sed, ¿quién tiene el problema?
En ese momento, la hija entendió que la que tenía el problema era ella. Que el tema del agua era su responsabilidad, y si no quería pasar más veces sed, debería de preocuparse ella misma de colocar la botella de agua en su mochila.


Ser humano, como el tigre, significa ser responsable de lo que te pasa, ser el verdadero protagonista de tu vida. En esta vida todo es cuestión de ELECCIÓN. Eliges ser un tigre o eliges ser una oveja. Tú decides. Eliges levantarte antes para no llegar tarde, o eliges llegar tarde, para eso te servirá poner la excusa del tráfico. Si llegas mojado a casa, será porque llovía (oveja), o será por que no te llevaste paraguas (tigre). Ambos, oveja y tigre, están sujetos a la misma realidad, la diferencia es la actitud de cada uno frente a esa realidad. Unos son sumisos, y otros actúan.
  
¡¡ ACTÚA !!
¡¡ SÉ UN TIGRE !!
 
 

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